I.E. No. 18369, Anexo de Güillipcha, distrito de Quinjalaca, provincia de Chachapoyas.
La experiencia se inicia en el año 2006 en la I.E. Nº 18068 de Quinjalca, en ella participó un niño de segundo grado que tenía mucha dificultad para leer y su nivel de escritura era el pre silábico. Iban pasando los días y no lograba nivelarlo, ni en su lectura y escritura.
Muy preocupada por la situación traté de acercarme más al niño brindándole mucha confianza y cariño. Lo saludaba con mucho cariño dándole abrazos, acompañado de palabras halagadoras. Me propuse como meta lograr que el niño lea y escriba, por lo menos dos a tres palabras significativas por día.
Para ello aplique como estrategia, aproximarme al niño y preguntarle por el nombre de un objeto de su entorno, luego de su respuesta le decía ¿Quieres que lo dibuje?, su repuesta era casi siempre positiva, entonces yo le dibujaba el objeto. Luego le decía: “Ahora escribiré su nombre; pero por favor míralo con mucha atención”. Trazaba lentamente las letras y luego le pedía que lea junto conmigo la palabra.
Después lo decía: “Esto es mío, ahora te toca dibujar el tuyo y también debes ponerle su nombre”. El niño trataba de hacer su dibujo y transcribir su nombre, simultáneamente le preguntaba ¿Cómo es? ¿Para qué sirve?, con la finalidad de formar oraciones con la palabra, que por cierto debían ser significativas para él. Para que se familiarice con las palabras, la lectura de la oración la realizaba repetidas veces, cambiando de lugar la palabra significativa. En otras sesiones, le enseñaba el dibujo que hacía yo, su nombre lo escribía junto con él y luego él lo leía. Luego le retiraba la imagen y la palabra para que él lo reproduzca solo.
Después de aproximadamente dos meses de haber aplicado esta estrategia diariamente, el niño logró leer y escribir al mismo nivel de sus compañeros de grado.
En la actualidad tengo a mi cargo los seis grados y los niños de primer y segundo grado están en el mismo nivel de lecto escritura que el niño de la experiencia, por lo que me visto en la necesidad de aplicarlo y veo que también me está dando resultados positivos.
Muy preocupada por la situación traté de acercarme más al niño brindándole mucha confianza y cariño. Lo saludaba con mucho cariño dándole abrazos, acompañado de palabras halagadoras. Me propuse como meta lograr que el niño lea y escriba, por lo menos dos a tres palabras significativas por día.
Para ello aplique como estrategia, aproximarme al niño y preguntarle por el nombre de un objeto de su entorno, luego de su respuesta le decía ¿Quieres que lo dibuje?, su repuesta era casi siempre positiva, entonces yo le dibujaba el objeto. Luego le decía: “Ahora escribiré su nombre; pero por favor míralo con mucha atención”. Trazaba lentamente las letras y luego le pedía que lea junto conmigo la palabra.
Después lo decía: “Esto es mío, ahora te toca dibujar el tuyo y también debes ponerle su nombre”. El niño trataba de hacer su dibujo y transcribir su nombre, simultáneamente le preguntaba ¿Cómo es? ¿Para qué sirve?, con la finalidad de formar oraciones con la palabra, que por cierto debían ser significativas para él. Para que se familiarice con las palabras, la lectura de la oración la realizaba repetidas veces, cambiando de lugar la palabra significativa. En otras sesiones, le enseñaba el dibujo que hacía yo, su nombre lo escribía junto con él y luego él lo leía. Luego le retiraba la imagen y la palabra para que él lo reproduzca solo.
Después de aproximadamente dos meses de haber aplicado esta estrategia diariamente, el niño logró leer y escribir al mismo nivel de sus compañeros de grado.
En la actualidad tengo a mi cargo los seis grados y los niños de primer y segundo grado están en el mismo nivel de lecto escritura que el niño de la experiencia, por lo que me visto en la necesidad de aplicarlo y veo que también me está dando resultados positivos.