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viernes, setiembre 15, 2006

El esfuerzo tiene su recompensa

Por Mercedes Sosa Sullón
I.E. Nº 15476, Méjico, Red Nº 4 Meseta andina, UGEL Chulucanas, Piura

La experiencia está referida a un niño que había repetido el mismo grado durante grado varios años. Este niño se llama Leudan y no sabía leer, se pensaba que se habían agotados todas las posibilidades para que pueda mejorar, sin embargo, no era así.

Mi trabajo empezó cuando organicé al aula y empleé la estrategia del monitoreo, a Leudan le despertó el interés por ser monitor. Él observaba el trabajo de sus compañeros monitores y empecé por motivarlo: “Tienes que saber leer para ser un buen monitor”, “¡Esfuérzate!”, ¡”Tú puedes!, ¡practica!”. Estas fueron las palabras que siempre les decía, cuando él cogía un libro lo miraba y contaba lo que veía en las imágenes y cuando pensaba que yo estaba leyendo me daba con la sorpresa de que no era así, sinceramente ya no sabía que hacer.

Ya había agotado todos los esfuerzos -pensaba dentro de mí y me desanimaba- pero insistí en alentarlo con las mismas palabras de siempre. “¡Tu puedes! ¡Practica!, ¡Serás el mejor!, ¡Serás un buen monitor!”. Uno de esos días le di a Leudan un párrafo pequeño y le dije: “Practícalo por favor, después lo lees...”. Casi antes de la hora de la salida me dijo profesora: “Tómeme la lectura!” Me sonreí y le dije: “A ver hijo léeme el párrafo”, y empezó a deletrear, sinceramente me alegré y lo abracé y le dije ¡Muy bien!, ¡Lo lograste! Solo te falta practicar un poco más para que no deletrees; en el fondo sabía que ya era un avance y era mucho para el.

Leudan poco a poco empezó a leer cada vez mejor y lo seguía animando pronto que muy pronto sería un buen monitor, pues era su deseo, hasta que un día del mes de junio le digo que tenía que venir en la tarde para trabajar el tema del día siguiente. Sus ojos le brillaron y salió corriendo y empezó a gritar y decirles a sus amigos con orgullo “¡Mañana yo será el monitor!”. Se le notaba que estaba tan feliz y junto con él yo me sentía un tanto anonadada.

jueves, setiembre 14, 2006

El esfuerzo tiene su recompensa

Por Mercedes Sosa Sullón
I.E. Nº 15476, Méjico, Red Nº 4 Meseta andina, UGEL Chulucanas, Piura

La experiencia está referida a un niño que había repetido el mismo grado durante grado varios años. Este niño se llama Leudan y no sabía leer, se pensaba que se habían agotados todas las posibilidades para que pueda mejorar, sin embargo, no era así.

Mi trabajo empezó cuando organicé al aula y empleé la estrategia del monitoreo, a Leudan le despertó el interés por ser monitor. Él observaba el trabajo de sus compañeros monitores y empecé por motivarlo: “Tienes que saber leer para ser un buen monitor”, “¡Esfuérzate!”, ¡”Tú puedes!, ¡practica!”. Estas fueron las palabras que siempre les decía, cuando él cogía un libro lo miraba y contaba lo que veía en las imágenes y cuando pensaba que yo estaba leyendo me daba con la sorpresa de que no era así, sinceramente ya no sabía que hacer.

Ya había agotado todos los esfuerzos -pensaba dentro de mí y me desanimaba- pero insistí en alentarlo con las mismas palabras de siempre. “¡Tu puedes! ¡Practica!, ¡Serás el mejor!, ¡Serás un buen monitor!”. Uno de esos días le di a Leudan un párrafo pequeño y le dije: “Practícalo por favor, después lo lees...”. Casi antes de la hora de la salida me dijo profesora: “Tómeme la lectura!” Me sonreí y le dije: “A ver hijo léeme el párrafo”, y empezó a deletrear, sinceramente me alegré y lo abracé y le dije ¡Muy bien!, ¡Lo lograste! Solo te falta practicar un poco más para que no deletrees; en el fondo sabía que ya era un avance y era mucho para el.

Leudan poco a poco empezó a leer cada vez mejor y lo seguía animando pronto que muy pronto sería un buen monitor, pues era su deseo, hasta que un día del mes de junio le digo que tenía que venir en la tarde para trabajar el tema del día siguiente. Sus ojos le brillaron y salió corriendo y empezó a gritar y decirles a sus amigos con orgullo “¡Mañana yo será el monitor!”. Se le notaba que estaba tan feliz y junto con él yo me sentía un tanto anonadada.

martes, setiembre 12, 2006

Solidarizándonos con los demás

Por Santos Aguilar Sullón
I.E. Nº 14344, Silahua, Red Nº 3 Limón, UGEL Chulucanas, Piura)

En la Institución Educativa Nº 14344, caserío de Solahuá, distrito de Frías, Provincia de Ayabaca, Región Piura, donde actualmente laboro en el III ciclo, me percaté de la gran timidez de una niña de 2do. grado llamada Karen Griselda, que a pesar de ser una de las mejores en rendimiento escolar, tenía pánico participar en aquel entonces. Lluego de varias ocasiones de intentar su participación opté por aplicar una estrategia que no sea percibida por Karen. Agrupe en cada mesa a tres niños de primer grado y uno de segundo grado y en la mesa de Karen ubiqué a dos niños extrovertidos de primer grado y un niño introvertido de primer grado. Al inicio, los niños de primer grado dominaban a Karen; pero cada vez que participaban los niños y niñas me daba cuenta que Karen respondía a las interrogantes a una niña muy extrovertida llamada Exida se comunicaba mucho con Karen.

Con el transcurrir del tiempo Karen fue dejando su timidez y participó con mayor seguridad en su grupo. A través de la confianza que le fuimos dando en el aula logró socializarse y participar en las diferentes actividades programadas en el aula y en los momentos del recreo.

Finalmente conversé con sus padres a fin de que le prestaran una mayor atención a su hija y de esta manera, facilitar que Karen deje de ser niña cohibida.

Hoy Karen participa y se expresa sin timidez alguna e incluso es la líder del grupo. La lección aprendida es que tenemos que organizar adecuadamente los grupos, observando como reaccionan los niños y promoviendo entre ellos la ayuda mutua.