Por Anny Julissa Tenorio Trigoso
I.E. Nº 18070, anexo de Chontapampa, distrito de Quinjalca, provincia de Chachapoyas.
La experiencia se inicia en el presente año, en la I.E. Nº 18070 del anexo de Chontapampa, distrito de Quinjalca, provincia de Chachapoyas, en ella participaron los niños y niñas del primer al tercer grado.
El objetivo de este trabajo fue mejorar la expresión oral de los niños y niñas, al mismo tiempo desinhibirlo para hablar al frente de sus compañeros.
Al hacerme cargo durante el presente año de los más pequeños encontré que la mayoría de los niños y niñas tenía limitaciones para comunicarse ante los demás. Eran poco expresivos y eso dificultaba el trabajo demandando más tiempo en el desarrollo de las sesiones de aprendizaje. Frente a esta preocupación, antes de empezar la sesión, opté por salir al patio y sentarnos formando un círculo en la pampa. Una vez reunidos le dije que hablaríamos de los cuentos que ellos conozcan. Empecé el diálogo con la pregunta:
¿Les gusta los cuentos?.
-Si, contestaron todos en coro.
-Entonces, les contaré un cuento y les aseguro que les va a gustar mucho...
Empecé contándoles el cuento, tratando de darle vida a la narración con mis movimientos y tono de voz para despertarles el interés. Todos se quedaron muy atentos escuchándome; pero cuando les hice algunas preguntas nadie se animaba responderme, así fueron pasando los días. Ellos siempre me pedían que les cuente un cuento cada día y esta rutina se realizaba al empezar el día, en el recreo o al final de las actividades del día.
Hasta que un día, aproximadamente después de dos semanas de clase, les dije que ellos también podían contar sus cuentos. Para ello le dije que pidan en casa que algún familiar les cuente historias de su comunidad.
Al día siguiente un niño se animó hacerlo y contó “La historia de la mujer yegua”, lo recuerdo claramente. Me impresionó mucho la forma como narraba la historia, los detalles y el entusiasmo que le imprimía al relato. Al finalizar el cuento nos dijo que la historia se la contó su abuela.
A partir de ese día poco a poco los niños se iban animando a contar sus historias, escuchamos las más increíbles historias como “El diablo de la cordillera”, “La yegua que cuida el camino de Quinjalca”, “La mujer chosca”, “El hombre haragán”.
En la actualidad, después de tres meses de trabajo, contar historias y cuentos es muy común y divertido para ellos. Muchas veces he tenido que decirles “Ya muchachos mañana seguimos contando” o también “en el recreo me siguen contando”. Si por ahí me encuentran intentando tomar un descanso, me rodean y empiezan a narrar sus fantásticas historias.
Pienso sin temor a equivocarme que esta estrategia ha mejorado mucho la expresión oral de mis alumnos, han desterrado ese miedo de expresarse al frente de un grupo, por lo que los recomiendo ponerlo en práctica y de esta manera enriquecer nosotros nuestro repertorio de cuentos inéditos.
I.E. Nº 18070, anexo de Chontapampa, distrito de Quinjalca, provincia de Chachapoyas.
La experiencia se inicia en el presente año, en la I.E. Nº 18070 del anexo de Chontapampa, distrito de Quinjalca, provincia de Chachapoyas, en ella participaron los niños y niñas del primer al tercer grado.
El objetivo de este trabajo fue mejorar la expresión oral de los niños y niñas, al mismo tiempo desinhibirlo para hablar al frente de sus compañeros.
Al hacerme cargo durante el presente año de los más pequeños encontré que la mayoría de los niños y niñas tenía limitaciones para comunicarse ante los demás. Eran poco expresivos y eso dificultaba el trabajo demandando más tiempo en el desarrollo de las sesiones de aprendizaje. Frente a esta preocupación, antes de empezar la sesión, opté por salir al patio y sentarnos formando un círculo en la pampa. Una vez reunidos le dije que hablaríamos de los cuentos que ellos conozcan. Empecé el diálogo con la pregunta:
¿Les gusta los cuentos?.
-Si, contestaron todos en coro.
-Entonces, les contaré un cuento y les aseguro que les va a gustar mucho...
Empecé contándoles el cuento, tratando de darle vida a la narración con mis movimientos y tono de voz para despertarles el interés. Todos se quedaron muy atentos escuchándome; pero cuando les hice algunas preguntas nadie se animaba responderme, así fueron pasando los días. Ellos siempre me pedían que les cuente un cuento cada día y esta rutina se realizaba al empezar el día, en el recreo o al final de las actividades del día.
Hasta que un día, aproximadamente después de dos semanas de clase, les dije que ellos también podían contar sus cuentos. Para ello le dije que pidan en casa que algún familiar les cuente historias de su comunidad.
Al día siguiente un niño se animó hacerlo y contó “La historia de la mujer yegua”, lo recuerdo claramente. Me impresionó mucho la forma como narraba la historia, los detalles y el entusiasmo que le imprimía al relato. Al finalizar el cuento nos dijo que la historia se la contó su abuela.
A partir de ese día poco a poco los niños se iban animando a contar sus historias, escuchamos las más increíbles historias como “El diablo de la cordillera”, “La yegua que cuida el camino de Quinjalca”, “La mujer chosca”, “El hombre haragán”.
En la actualidad, después de tres meses de trabajo, contar historias y cuentos es muy común y divertido para ellos. Muchas veces he tenido que decirles “Ya muchachos mañana seguimos contando” o también “en el recreo me siguen contando”. Si por ahí me encuentran intentando tomar un descanso, me rodean y empiezan a narrar sus fantásticas historias.
Pienso sin temor a equivocarme que esta estrategia ha mejorado mucho la expresión oral de mis alumnos, han desterrado ese miedo de expresarse al frente de un grupo, por lo que los recomiendo ponerlo en práctica y de esta manera enriquecer nosotros nuestro repertorio de cuentos inéditos.
Hola Anny quiero felicitarte por tu buena estrategia que aplicaste. Mira que no solo los niños llegaron a participar si no tambien los padres y otros, que bueno amiga. Lograste desarrollar la oralidad en tus niños. Sigue adelante amiga.Algo similar me ocurrio. bye Verónica Huiza
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