Por Maribel Janet Bazan Ueno
IE Nº 18142, Luya Viejo, provincia de Chachapoyas
Cuando llegué a la I.E. Nº 18142 de Luya Viejo en el año 2006, me asignaron el 2do. Grado y los primeros días se notaba una marcada diferencia de fluidez lectora entre los niños y niñas del grado.
Por eso me vino a la mente realizar una lectura nueva cada día, los primeros minutos de la mañana (de 8:00 am a 8:15 am ) eso hice hasta que empezaron a faltar lecturas cortas. Para contar con esos breves textos planifiqué poner en práctico “El cuaderno viajero” llame a una reunión a los padres de familia de mi aula y les explique en que consistía la estrategia: un padre de familia debería de llevar el cuaderno viajero a su casa y escribir el relato de alguna leyenda propia de su localidad o algún cuento que él conozca , después lo traía a la escuela y ese cuaderno viajero lo llevaba otro padre de familia Y hacia lo mismo . Así el cuaderno viajo por todas las casas recogiendo las anécdotas, leyendas o cuentos que escribían cada padre de familia, gusto tanto que algunos escribían de 2 a 3 historias. (Ninguna se repetía por que el padre de familia que se llevaba el cuaderno lo tenía que leer antes para no repetir la historia que ya esta escrita).
Así a finales de año, logre que todos los niños lean texto con la debida entonación, respetando los signos de puntuación, con altura de voz adecuada y que comprendan el texto en forma literal.
martes, setiembre 18, 2007
El cuaderno viajero
viernes, mayo 11, 2007
¡Que feliz soy! ¡Ya se leer!
Por Elina Olascoaga Alva
I.E. No. 18369, Anexo de Güillipcha, distrito de Quinjalaca, provincia de Chachapoyas.
I.E. No. 18369, Anexo de Güillipcha, distrito de Quinjalaca, provincia de Chachapoyas.
La experiencia se inicia en el año 2006 en la I.E. Nº 18068 de Quinjalca, en ella participó un niño de segundo grado que tenía mucha dificultad para leer y su nivel de escritura era el pre silábico. Iban pasando los días y no lograba nivelarlo, ni en su lectura y escritura.
Muy preocupada por la situación traté de acercarme más al niño brindándole mucha confianza y cariño. Lo saludaba con mucho cariño dándole abrazos, acompañado de palabras halagadoras. Me propuse como meta lograr que el niño lea y escriba, por lo menos dos a tres palabras significativas por día.
Para ello aplique como estrategia, aproximarme al niño y preguntarle por el nombre de un objeto de su entorno, luego de su respuesta le decía ¿Quieres que lo dibuje?, su repuesta era casi siempre positiva, entonces yo le dibujaba el objeto. Luego le decía: “Ahora escribiré su nombre; pero por favor míralo con mucha atención”. Trazaba lentamente las letras y luego le pedía que lea junto conmigo la palabra.
Después lo decía: “Esto es mío, ahora te toca dibujar el tuyo y también debes ponerle su nombre”. El niño trataba de hacer su dibujo y transcribir su nombre, simultáneamente le preguntaba ¿Cómo es? ¿Para qué sirve?, con la finalidad de formar oraciones con la palabra, que por cierto debían ser significativas para él. Para que se familiarice con las palabras, la lectura de la oración la realizaba repetidas veces, cambiando de lugar la palabra significativa. En otras sesiones, le enseñaba el dibujo que hacía yo, su nombre lo escribía junto con él y luego él lo leía. Luego le retiraba la imagen y la palabra para que él lo reproduzca solo.
Después de aproximadamente dos meses de haber aplicado esta estrategia diariamente, el niño logró leer y escribir al mismo nivel de sus compañeros de grado.
En la actualidad tengo a mi cargo los seis grados y los niños de primer y segundo grado están en el mismo nivel de lecto escritura que el niño de la experiencia, por lo que me visto en la necesidad de aplicarlo y veo que también me está dando resultados positivos.
Muy preocupada por la situación traté de acercarme más al niño brindándole mucha confianza y cariño. Lo saludaba con mucho cariño dándole abrazos, acompañado de palabras halagadoras. Me propuse como meta lograr que el niño lea y escriba, por lo menos dos a tres palabras significativas por día.
Para ello aplique como estrategia, aproximarme al niño y preguntarle por el nombre de un objeto de su entorno, luego de su respuesta le decía ¿Quieres que lo dibuje?, su repuesta era casi siempre positiva, entonces yo le dibujaba el objeto. Luego le decía: “Ahora escribiré su nombre; pero por favor míralo con mucha atención”. Trazaba lentamente las letras y luego le pedía que lea junto conmigo la palabra.
Después lo decía: “Esto es mío, ahora te toca dibujar el tuyo y también debes ponerle su nombre”. El niño trataba de hacer su dibujo y transcribir su nombre, simultáneamente le preguntaba ¿Cómo es? ¿Para qué sirve?, con la finalidad de formar oraciones con la palabra, que por cierto debían ser significativas para él. Para que se familiarice con las palabras, la lectura de la oración la realizaba repetidas veces, cambiando de lugar la palabra significativa. En otras sesiones, le enseñaba el dibujo que hacía yo, su nombre lo escribía junto con él y luego él lo leía. Luego le retiraba la imagen y la palabra para que él lo reproduzca solo.
Después de aproximadamente dos meses de haber aplicado esta estrategia diariamente, el niño logró leer y escribir al mismo nivel de sus compañeros de grado.
En la actualidad tengo a mi cargo los seis grados y los niños de primer y segundo grado están en el mismo nivel de lecto escritura que el niño de la experiencia, por lo que me visto en la necesidad de aplicarlo y veo que también me está dando resultados positivos.
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jueves, mayo 03, 2007
Desarrollando la expresión oral en los niños y niñas
Por Anny Julissa Tenorio Trigoso
I.E. Nº 18070, anexo de Chontapampa, distrito de Quinjalca, provincia de Chachapoyas.
La experiencia se inicia en el presente año, en la I.E. Nº 18070 del anexo de Chontapampa, distrito de Quinjalca, provincia de Chachapoyas, en ella participaron los niños y niñas del primer al tercer grado.
El objetivo de este trabajo fue mejorar la expresión oral de los niños y niñas, al mismo tiempo desinhibirlo para hablar al frente de sus compañeros.
Al hacerme cargo durante el presente año de los más pequeños encontré que la mayoría de los niños y niñas tenía limitaciones para comunicarse ante los demás. Eran poco expresivos y eso dificultaba el trabajo demandando más tiempo en el desarrollo de las sesiones de aprendizaje. Frente a esta preocupación, antes de empezar la sesión, opté por salir al patio y sentarnos formando un círculo en la pampa. Una vez reunidos le dije que hablaríamos de los cuentos que ellos conozcan. Empecé el diálogo con la pregunta:
¿Les gusta los cuentos?.
-Si, contestaron todos en coro.
-Entonces, les contaré un cuento y les aseguro que les va a gustar mucho...
Empecé contándoles el cuento, tratando de darle vida a la narración con mis movimientos y tono de voz para despertarles el interés. Todos se quedaron muy atentos escuchándome; pero cuando les hice algunas preguntas nadie se animaba responderme, así fueron pasando los días. Ellos siempre me pedían que les cuente un cuento cada día y esta rutina se realizaba al empezar el día, en el recreo o al final de las actividades del día.
Hasta que un día, aproximadamente después de dos semanas de clase, les dije que ellos también podían contar sus cuentos. Para ello le dije que pidan en casa que algún familiar les cuente historias de su comunidad.
Al día siguiente un niño se animó hacerlo y contó “La historia de la mujer yegua”, lo recuerdo claramente. Me impresionó mucho la forma como narraba la historia, los detalles y el entusiasmo que le imprimía al relato. Al finalizar el cuento nos dijo que la historia se la contó su abuela.
A partir de ese día poco a poco los niños se iban animando a contar sus historias, escuchamos las más increíbles historias como “El diablo de la cordillera”, “La yegua que cuida el camino de Quinjalca”, “La mujer chosca”, “El hombre haragán”.
En la actualidad, después de tres meses de trabajo, contar historias y cuentos es muy común y divertido para ellos. Muchas veces he tenido que decirles “Ya muchachos mañana seguimos contando” o también “en el recreo me siguen contando”. Si por ahí me encuentran intentando tomar un descanso, me rodean y empiezan a narrar sus fantásticas historias.
Pienso sin temor a equivocarme que esta estrategia ha mejorado mucho la expresión oral de mis alumnos, han desterrado ese miedo de expresarse al frente de un grupo, por lo que los recomiendo ponerlo en práctica y de esta manera enriquecer nosotros nuestro repertorio de cuentos inéditos.
I.E. Nº 18070, anexo de Chontapampa, distrito de Quinjalca, provincia de Chachapoyas.
La experiencia se inicia en el presente año, en la I.E. Nº 18070 del anexo de Chontapampa, distrito de Quinjalca, provincia de Chachapoyas, en ella participaron los niños y niñas del primer al tercer grado.
El objetivo de este trabajo fue mejorar la expresión oral de los niños y niñas, al mismo tiempo desinhibirlo para hablar al frente de sus compañeros.
Al hacerme cargo durante el presente año de los más pequeños encontré que la mayoría de los niños y niñas tenía limitaciones para comunicarse ante los demás. Eran poco expresivos y eso dificultaba el trabajo demandando más tiempo en el desarrollo de las sesiones de aprendizaje. Frente a esta preocupación, antes de empezar la sesión, opté por salir al patio y sentarnos formando un círculo en la pampa. Una vez reunidos le dije que hablaríamos de los cuentos que ellos conozcan. Empecé el diálogo con la pregunta:
¿Les gusta los cuentos?.
-Si, contestaron todos en coro.
-Entonces, les contaré un cuento y les aseguro que les va a gustar mucho...
Empecé contándoles el cuento, tratando de darle vida a la narración con mis movimientos y tono de voz para despertarles el interés. Todos se quedaron muy atentos escuchándome; pero cuando les hice algunas preguntas nadie se animaba responderme, así fueron pasando los días. Ellos siempre me pedían que les cuente un cuento cada día y esta rutina se realizaba al empezar el día, en el recreo o al final de las actividades del día.
Hasta que un día, aproximadamente después de dos semanas de clase, les dije que ellos también podían contar sus cuentos. Para ello le dije que pidan en casa que algún familiar les cuente historias de su comunidad.
Al día siguiente un niño se animó hacerlo y contó “La historia de la mujer yegua”, lo recuerdo claramente. Me impresionó mucho la forma como narraba la historia, los detalles y el entusiasmo que le imprimía al relato. Al finalizar el cuento nos dijo que la historia se la contó su abuela.
A partir de ese día poco a poco los niños se iban animando a contar sus historias, escuchamos las más increíbles historias como “El diablo de la cordillera”, “La yegua que cuida el camino de Quinjalca”, “La mujer chosca”, “El hombre haragán”.
En la actualidad, después de tres meses de trabajo, contar historias y cuentos es muy común y divertido para ellos. Muchas veces he tenido que decirles “Ya muchachos mañana seguimos contando” o también “en el recreo me siguen contando”. Si por ahí me encuentran intentando tomar un descanso, me rodean y empiezan a narrar sus fantásticas historias.
Pienso sin temor a equivocarme que esta estrategia ha mejorado mucho la expresión oral de mis alumnos, han desterrado ese miedo de expresarse al frente de un grupo, por lo que los recomiendo ponerlo en práctica y de esta manera enriquecer nosotros nuestro repertorio de cuentos inéditos.
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