Por Walter Llapapasca Timoteo
I.E. Nº 14337, Poclus Bajo, Red Nº 6 Poclus, UGEL Chulucanas, Piura
Era el inicio del año escolar 2005 y recién estaba conociendo a mis alumnos del 2do. grado. Ellos se mostraban tímidos, apenas si hablaban en clase. Yo sabía que los padres no son propensos a brindar cariño a sus hijos, y todo ser está ansioso de recibir afecto, para eso, como parte de las actividades permanentes, planifiqué sobre el saludo en el aula.
Les mostré una lámina sobre el tema y dialogamos al respecto, luego vivenciamos como se debe demostrar cariño a otra persona, porque eran reacios a abrazar. Al principio fue muy difícil pero luego cantamos “Si a Jesús le satisface....” y cuando llegó el momento de abrazar Yaqui se acercó a mi y me abrazó. Se había roto el hielo e inmediatamente todos los niños y niñas me rodearon, comenzamos a saludarnos unos a otros, otros lo hacían dos veces y hasta se escabullían por ahí para abrazarme de nuevo aprovechando la confusión y yo les decía “No hagan trampa”.
Y todos los días antes de irnos a nuestras casas nos despedimos con un abrazo bien fuerte, ellos están perdiendo la timidez, son más comunicativos y todos nos sentimos muy bien dentro del aula.
Pero Rosita, a quien hace poco le asesinaron a su padre, aún se resiste a dar y recibir abrazos y es quien más lo necesita de todos nosotros. Solo se limita a mirar aquel agradable ritual que hacemos al ingreso y salida de clases. Tal vez el tiempo ayude a curar sus heridas.
I.E. Nº 14337, Poclus Bajo, Red Nº 6 Poclus, UGEL Chulucanas, Piura
Era el inicio del año escolar 2005 y recién estaba conociendo a mis alumnos del 2do. grado. Ellos se mostraban tímidos, apenas si hablaban en clase. Yo sabía que los padres no son propensos a brindar cariño a sus hijos, y todo ser está ansioso de recibir afecto, para eso, como parte de las actividades permanentes, planifiqué sobre el saludo en el aula.
Les mostré una lámina sobre el tema y dialogamos al respecto, luego vivenciamos como se debe demostrar cariño a otra persona, porque eran reacios a abrazar. Al principio fue muy difícil pero luego cantamos “Si a Jesús le satisface....” y cuando llegó el momento de abrazar Yaqui se acercó a mi y me abrazó. Se había roto el hielo e inmediatamente todos los niños y niñas me rodearon, comenzamos a saludarnos unos a otros, otros lo hacían dos veces y hasta se escabullían por ahí para abrazarme de nuevo aprovechando la confusión y yo les decía “No hagan trampa”.
Y todos los días antes de irnos a nuestras casas nos despedimos con un abrazo bien fuerte, ellos están perdiendo la timidez, son más comunicativos y todos nos sentimos muy bien dentro del aula.
Pero Rosita, a quien hace poco le asesinaron a su padre, aún se resiste a dar y recibir abrazos y es quien más lo necesita de todos nosotros. Solo se limita a mirar aquel agradable ritual que hacemos al ingreso y salida de clases. Tal vez el tiempo ayude a curar sus heridas.
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